Cuando se toman medidas desacertadas suele usarse un viejo refrán que dice que lo hecho es “pan para hoy, pero hambre para mañana”. Algo similar podríamos decir respecto a las desastrosas políticas aplicadas por este gobierno para con el campo y particularmente (por el impacto que tiene en nuestra región sudoeste de Buenos Aires), con la política de carnes.
A la situación de crisis ganadera que provocaron los cierres de exportación y otras medidas contra el agro, naturalmente se agregó la sequia de estos dos últimos años que contribuyó a agravar el estado de cosas por la falta de pasturas y el encarecimiento de los granos para suplementar alimentación al ganado.
Pero hoy que están bajo la lupa en plena campaña electoral las políticas aplicadas para cada sector, es válido hacer un rápido repaso de los resultados arrojados por las políticas del kirchnerismo en esta gestión: Los cierres de exportación, las regulaciones, las retenciones y el cepo cambiario no solamente no dieron resultado para bajar el costo de la carne en la canasta alimentaria, sino que hizo retroceder al sector ganadero provocando la pérdida de alrededor de 12 millones de cabezas de ganado.
En el mercado internacional
Argentina que estuvo ubicada históricamente en el tercer puesto como proveedor
de carnes, pasó al décimo lugar, se perdieron 20.000 puestos de trabajo en la
cadena cárnica y se cerraron alrededor de cien frigoríficos y establecimientos
de faena. Debe tenerse en cuenta que se han perdido en consecuencia importantes
mercados internacionales que costó años de gestión y sanidad conseguir y que
costará mucho recuperar porque nuestro lugar ha sido ocupado por otros países
con políticas inversas a las aplicadas aquí. Recordemos que en la gestión
Cambiemos de 2015/2019 se habían recuperado 250 nuevos mercados. ¡¡Nuestros
competidores agradecidos!!
He sido testigo de la compleja situación que estas medidas provocaron en los
mercados internacionales, en los importadores de nuestras carnes donde había
compromisos asumidos, en los lugares de colocación y venta de nuestras carnes
en el exterior donde han tenido que salir a buscar nuevos mercados
abastecedores.
En el mundo somos reconocidos por la calidad y genética de nuestras carnes. Estas medidas restrictivas para que se entienda en un lenguaje llano es como si Escocia prohibiera exportar whisky o Francia exportar champagne. Además de un papelón reincidente en los gobiernos como el actual deja como resultado menores ingresos y destrucción de una cadena productiva de valor agregado.
En un momento en que la sociedad espera que la oposición (y particularmente nuestro espacio político) transmita con claridad sus propuestas en necesario ser contundentes a la hora de definir todo el apoyo a la producción ganadera con reglas claras de juego de mediano y largo plazo, ya que ésta actividad es generadora de puestos de trabajo de calidad para lo que se necesita confianza a fin de invertir, porque el ciclo productivo de la carne requiere al menos de tres a cinco años de inversión y trabajo a fin de llegar con el producto al público.