Impulsado por la Organización de las Naciones Unidas cada 5 de junio, desde 1973, se conmemora el Día Mundial del Ambiente. El objetivo de esta es concientizar sobre la importancia de la protección y la salud del ambiente. En esta oportunidad la Secretaría de Ambiente y Conservación de Recursos Naturales de la UNLP presenta una nota de opinión sobre la situación ambiental.
El por qué del título
Las fechas son importantes como recordatorios simbólicos de ciertos eventos, pero en materia socio ambiental las cuestiones se suceden ininterrumpidamente las 24 horas durante los 365 días de nuestro calendario gregoriano, con lo cual bienvenido este alto singular para pensar donde estamos y planificar hacia dónde vamos, pero lo importante es considerar los otros 364 días con la misma intensidad y convicción, reformulando los pensamientos para hacer algo diferente y no una simple cosmética, dado que estamos mal y vamos peor.
¿Evolución o involución?
Cuando se repasan imágenes históricas de nuestros antepasados, aquellos que se fueron irguiendo progresivamente para ser homínidos, eran seres amigables con la naturaleza, no sólo porque su densidad poblacional era menor que en la actualidad, sino porque además tenían lógicas de vida compatibles con el entorno. Con el devenir de los tiempos pasamos de 1.000.000 de seres humanos a 7.800 millones actuales, en idéntico espacio planetario, pero con una compulsión y dependencia en artefactos de pantallas negras y complejos mecanismos algorítmicos que nos determinan y condicionan para retomar ese vínculo ancestral, con un nivel de abstracción relevante y fuera de todo contacto físico y perceptivo con la realidad socio ambiental, lo que nos conduce a la paradoja que evolucionamos hacia nuevas formas de relación e interactividad, comodidades, conectividad, información, etc ; pero involucionamos hacia la armonía de nuestra especie con otras especies y con la vida misma de los ecosistemas planetarios, a tal punto que los vamos destruyendo lenta pero inexorablemente (su flora, fauna, humedales, ríos, bosques …).
Velocidad de la destrucción humana vs. Velocidad de la reconstrucción biológica
Siempre señalamos que lo que antes se narraba de generación en generación (varias en general) como una perdida ambiental, ahora la vemos en tiempo real, sean años, meses, horas, minutos, segundos; a pesar de esta percepción contemporánea en la que nos vemos fuera de lo socio ambiental (insólitamente en un rol espectadores y concretos actores), siendo que esa parcela de naturaleza está lejos, no comprendemos nuestro vínculo con ella y la pérdida parcial de vida directa o indirecta que ello supone en nuestras cotidianeidades.
Una topadora amarilla con cadenas desmonta cientos de hectáreas de bosque nativo en un par de meses o menos, foresta que la naturaleza tardó cientos de años en establecer: una cobertura apropiada de ese manto de suelo, un hábitat adecuado de especies, un reservorio de humedad o un sumidero de carbono (en términos actuales). Es decir, una diferencia de velocidad comparable a la de un auto de carrera con un corredor pedestre.
Hemos sido advertidos antes y ahora Ley Yolanda incluida
Repasando mojones ambientales históricos, tenemos el discurso a los pueblos del Mundo de Juan D. Perón, pieza que mantiene una actualidad asombrosa, allá por febrero de 1972, luego de la conferencia de Estocolmo en junio del mismo año y creación del PNUMA – día y mes de la conmemoración que nos convoca- siguieron Río 92, Río más 10, más 20, ODM, ODS, Laudato Sí. Todos ellos hitos y comunicados preocupantes emitidos por las convenciones de Naciones Unidas sobre el curso del presente y futuro (Biodiversidad, Desertificación, Cambio Climático) o lo relativo a bosques, humedales, corales, especies en listas rojas, aumento de químicos y residuos en forma exponencial…… En Argentina la Ley Yolanda nro. 25.792 en homenaje a una luchadora ambiental de enorme calidad humana y conocimientos, es otro avance que impone la formación en esta temática a todo el estado de derecho nacional (ejecutivo, legislativo y judicial), lo que no impide extrapolarlo a otros actores comunitarios (empresas, trabajadores, cooperativas, etc.).
Pero pese a todo este bagaje de letras, números, ejemplos, documentales, verificaciones, declaraciones…. seguimos nuestro derrotero de autodestrucción sistémica (tal los números globales promedio) sin que se demuestren preocupaciones de cambios en los paradigmas tan estructurales como sean necesarios para evitar un final apocalíptico anunciado debidamente y fácilmente predecible.
La Pandemia: una demostración trágica pero contemporánea y vivencial de tipo planetaria desoída
Se paró el mundo por una desgracia global sobre la salud y vidas humanas, lográndose muestras de mejoramiento del estado planetario; lamentablemente, culminada las etapas de guarda preventiva y con el retorno a las actividades, se advierte que nada ha cambiado, cuando había sido una fenomenal (aunque trágica) demostración que las mejoras estaban a la vista, para que procediéramos a variar nuestras conductas.
Cambio Climático: discurso eterno sobre acciones postergadas
Transversal a lo socio ambiental, la cuestión del cambio climáticos viene disparando señales de alerta, sonidos de alarmas, luces rojas desde lo humano, y comprobaciones fácticas de temperaturas y sequías insoportables, inundaciones tan rápidas como voluminosas, y cada vez se dan cifras sobre la velocidad incremental de las emisiones. A pesar de estas advertencias de fijar un tope, dicho tope es cuasi apocalíptico por la cadena de problemas que habrá de traer al planeta; Sin embargo, seguimos emitiendo sin problemas porque es más negocio emitir y seguir con negocios especulativos y financieras que reconvertirse con patrones de energías limpias, transiciones energéticas con cuidado de fuentes de empleo, trabajar nuevos patrones culturales, y centralmente no es muy cómodo el ahorro de energías dado que siempre requiere salir de las zonas de confort, pero que para este siglo XXI que corre es absolutamente necesario.
Sinceremos: detrás de los nuevos paradigmas socio ambientales hay fortísimos intereses en contra
La realidad es como la punta del iceberg, que muestra lo que debemos resolver. Pero ¿por qué no se concreta? Porque lo que sostiene a lo que se ve del iceberg, es muy grande, muy profundo, muy consolidado, y amen de lo apuntado para el cambio climático en otros temas críticos, se oponen otros intereses concretos, con nombre y apellido (globales, regionales, nacionales, locales) que hacen caso omiso porque no les importa, o a sabiendas prefieren una ganancia de corto plazo contante y sonante que un planeta habitable para los más, en una línea de pensamiento (de bajo vuelo) en que esos pocos más ricos y poderosos podrán salvarse ellos, y el resto que se las arregle. Es una mirada, además de no solidaria, cortoplacista porque un planeta invivible lo es para toda especie que lo habite inclusive los ricos y poderosos.
Somos menos de los actores necesarios en función de las exigencias perentorias que suponen revertir las tendencias ambientales actuales, que importan mayores esfuerzos a los que actualmente se realizan
Convengamos que los que tenemos conexiones ambientales de menor a mayor nivel, empatías, compromisos y realizamos diversas acciones concretas en favor de una mejor realidad socio ambiental no somos mayoría.
Antes bien digamos que de
los 7800 millones de habitantes del planeta los que militan lo ambiental somos
minoría, absoluta por cierto, y somos muchos menos que los necesarios para
revertir esta tendencia suicida de destrucción integral de la vida planetaria.
Entre ellos actores que se necesitan ubicados en roles claves en las tomas de
decisiones en el marco de las responsabilidades comunes pero diferenciadas. En
lo común claramente hay que hacer mayores esfuerzos domésticos, colectivos,
públicos y privados, que demandan más esfuerzo y menos comodidad. Por ejemplo,
pensemos en una playa o en un parque donde es más simple y cómodo dejar tirado
un envase que caminar 100 metros hasta un cesto. Sin contar que en varias
latitudes (de allí la protección del Acuerdo de Escazú) a quienes “molestan” en
ciertos negocios,
que chocan en
sus intereses con lo ambiental
, son
eliminados, así reconocido por la UNESCO. Verdadero y valiente desafío entonces
la militancia ambiental.
No todo está perdido si “leemos la naturaleza”
Cuando más atrás vamos en la historia, dado que los pueblos originarios se han valido de las tradiciones que oralmente pasaron de generación en generación, nos permite saber cómo es la “simbiosis” que tenían con la Madre Tierra, en su observación permanente, en interpretar sus cadenas de causalidades remotas o cercanas, hacían una “lectura” de ella; tal como si estuviera sobrescrita sobre ella misma, o tuviera carteles explicativos de su funcionamiento. Por tanto, todo está allí, escrito no en “zócalos televisivos” o “teleprompter ambientales” sino en claves a ser interpretadas para el equilibrio -en diferentes medidas de tiempo- de la realidad socio ambiental para su perdurabilidad sustentable.
Aportación posible desde nuestro lugar universitario en una comunidad que se organice
Las Universidades con sus carreras, institutos de investigación propios o con el Conicet, laboratorios, observatorios, líneas de investigación/vinculación/extensión, trabajos integradores finales, libros de sus editoriales, trabajos expuestos en congresos, manuales de cátedra, espacios en las redes, son aliados estratégicos por su multidisciplinariedad infinita y simultánea para el sector público (Nación, Provincia, Municipios) o privado (Cámaras o empresas). También para acercar soluciones en controversias ambientales (Poder Judicial) o nutrir de información de datos duros, líneas de base, proyecciones, universos, etc. a quienes deben dictar leyes (Poder Legislativo Nacional, Provincial, Concejos Deliberantes), de allí la importancia de achicar las distancias entre nuestras realidades autonómicas y los otros actores de estos territorios que siempre tienen un aspecto ambiental a ser considerado e incluido en las diferentes acciones.
Tic tac tic tac…. el reloj sigue corriendo…. espero que nos despertemos antes que sea definitivamente tarde, sin olvidar que género, derechos humanos y ambiente hacen una triada inescindible en estos tiempos de cara a honrar un legado ambiental básico y perdurable con inclusión y equidad para las generaciones futuras, que son nuestros hijas e hijos, nietas y nietos.