Vacunas, un insumo esencial que la pandemia puso nuevamente en valor

La Dra. Daniela Hozbor ofrece su mirada y explica los alcances del reciente anuncio sobre ensayos de una vacuna contra el COVID-19 en Argentina.

La evidencia experimental recolectada desde hace muchos años es clara respecto a que la vacunación es la forma más efectiva y rentable de combatir las enfermedades infecciosas que amenazan la vida. Gracias a las vacunas y a la vacunación masiva, la viruela ha sido totalmente erradicada y lo mismo está pronto a ser logrado con la polio.

Muchas otras vacunas efectivas han permitido la eliminación de enfermedades en regiones y países (sarampión, rubéola y del síndrome de rubéola congénita, polio) y han reducido significativamente la incidencia de enfermedades que han matado a millones de personas en el pasado. Hasta antes de la pandemia de COVID-19 en el 2020, paradójicamente, la disminución del impacto de las enfermedades infecciosas en el mundo ha provocado que muchos piensen que las vacunas ya no sean tan necesarias.

De hecho las enfermedades prevenibles por vacunas están siendo responsables de aproximadamente el 25% de las 10 millones de muertes ocurridas anualmente entre niños menores de cinco años de edad. Además, alrededor del 25% de las muertes de adultos (15 a 59 años) todavía se atribuyen a enfermedades infecciosas.

No disponer de una vacuna para hacer frente a una enfermedad es un problema pero tenerla y no usarla es aún peor. Las consecuencias de ello son claras: basta recordar el reciente brote de sarampión que solo logró frenarse gracias a políticas sanitarias oportunas y contundentes en vacunas y vacunación.

La grave situación sanitaria que estamos atravesando a causa de las infecciones causadas por el virus emergente SARS-CoV-2, agente causal de la enfermedad COVID-19, ha revalorizado a las vacunas como un insumo esencial para la salud humana.

Ante esta crisis, distintos sectores de la comunidad pública y privada han acometido un esfuerzo mancomunado en pos del desarrollo de una vacuna para poder hacer frente a esta situación sanitaria inédita (Datos Organización Mundial de la salud al 11 de Julio del 2020: 12.552.765 infectados, 561.617 muertes en 216 países y territorios con casos;

https://www.who.int/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019).

En tiempo record se han diseñado 160 candidatos vacunales contra COVID-19, 21 de los cuales se encuentran en estado avanzado de su desarrollo (https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines).

Es tiempo record porque normalmente el desarrollo de una vacuna tarda de 10 a 15 años y requiere de una inversión de 1000 millones de dólares hasta su licenciamiento. Esta reducción del tiempo requerido para el desarrollo de una vacuna, que es un hito de la vacunología humana, está siendo factible porque las tecnologías han evolucionado hacia capacidades inimaginables, porque hay experiencia en el desarrollo en vacunas en general y asimismo para otros coronavirus, porque la velocidad de transmisión de la información es vertiginosa y porque desarrollar una vacuna contra COVID-19 es un objetivo común para toda la humanidad.

Es importante marcar aquí que aunque los tiempos se están reduciendo, los requisitos que debe cumplir esta nueva vacuna para que sea utilizable por la población, son tan exigentes como los de cualquier otra vacuna.