Brasil, en una encrucijada de corrupción y crisis socioeconómica

El país más grande de Latinoamérica, con importantes empresas en materia de industria agroalimentaria y de biocarburantes, posicionado como la novena economía del mundo y de gran potencia en la industria del hierro, aluminio y carbón, se encuentra sumergido en una profunda crisis política, social y económica,  con falta de ética y responsabilidad de gran parte de sus funcionarios y que han sido salpicados por la mancha de la corrupción a niveles desproporcionales.

 

El Caso Temer y la Corrupción

 

Luego de la salida de Rousseff por el “Impeachment”, Michel Temer tomó el poder en reemplazo de esta, para conducir el país hacia aguas más calmas. Sin embargo, la paz nunca llegó y grandes polémicas se han desatado desde su asunción. Ahora, un nuevo altercado salió a la luz y luego de que se conocieran audios donde se lo escucha, al propio Temer, en tratativas para arreglar el pago de un soborno a un condenado por el caso “Lava Jato”, como lo asegura una nota realizada por el medio Todo Noticias.

Desde que se dio a conocer el caso “Lava Jato”, como uno de los más grandes en materia de corrupción de toda la historia de Brasil y con implicancias en otros países, iniciado por la Policía Federal de dicho territorio en el año 2014, el país se vio envuelto en diversos casos de corrupción que han encontrado en el radar de investigaciones a varios funcionarios que ejercen cargos en el gobierno y también a empresarios ligados con estos, para lograr sus cometidos.

La investigación se orientó a una red de sobornos vinculados a la empresa Petrobras y recayó en las más altas autoridades del país. También se dio a conocer que la constructora Brasileña Odebrecht, pagó cifras millonarias en coimas para la adjudicación de obras públicas. Una de las figuras que también aparece como el “supuesto cerebro virtual del entramado de corrupción” es el ex mandatario Luiz Inácio Lula Da Silva, quien afronta cinco causas judiciales. Por su parte, Dilma Rousseff quien ocupó un lugar en el directorio de Petrobras, resultó incólume  por falta de evidencias en su contra.

Aunque, tiempo después, la aprensión del Senador, Delcidio Amaral, por obstruir la investigación,  situó nuevamente a Dilma en un primer plano, cuando el propio Amaral confesó e involucró a Rousseff por sobornos. En Agosto de 2016, la destitución del senado a  Dilma Rousseff como presidenta de la Nación, fue un hecho. Se adujo que la misma había adulterado las cuentas públicas. Ante esto, la ex mandataria dijo que se trató de “un juicio fraudulento” y acusó un “golpe de Estado”.

A dos semanas de asumir Temer, una grabación puso en evidencia una trama secreta que pretendía sacar a Rousseff del poder con el fin de frenar las investigaciones judiciales que involucraban a dirigentes de partidos aliados al gobierno. Luego apareció un “delator” que involucró a Temer en el caso Petrobras. Posteriormente, fueron detenidos el Ministro de Hacienda de los Gobiernos de Lula y Dilma, Guido Mantenga, (fue liberado pocas horas después) y Antonio Palocci, el hombre que manejó las finanzas de los gobiernos brasileños, acusado de corrupción en la Operación Lava Jato.

El pasado 19 de Octubre, fue detenido y luego condenado a 15 años y 4 meses de prisión, Eduardo Cunha, exdiputado y catalogado como el gran impulsor del “Impeachment” a Dilma Rousseff. Ya en Marzo de este año, la fiscalía de Brasil pidió investigar a 83 políticos por el caso Lava Jato, donde se encontraban involucrados ministros y legisladores del partido del presidente Temer, quien el pasado 17 del corriente, fue grabado pactando una coima.

Cabe destacar que, el propio Michel Temer, respondió en un tono desafiante que no renunciará a su cargo, justo un día después de que se conocieran las grabaciones y donde también negó haber cometido tal delito al asegurar que, “En ningún momento autoricé que pagasen a nadie para que se quede callado, no compré el silencio de nadie”, aseguró el presidente interino de Brasil.

A la vez que afirmó que, “la investigación solicitada por el Tribunal Supremo será el territorio en el que surgirán todas las explicaciones”. “En el supremo demostraré no tener ninguna implicación con estos hechos”, aseveró fuertemente Temer.

 

La situación socioeconómica de Brasil

 

La crisis política ha devenido paralelamente en un conflicto socioeconómico, donde grandes movimientos de ciudadanos y sectores populares han marchado a lo largo y ancho de todo su estado y en virtud de exigir la renuncia del presidente Temer, transparencia, responsabilidad, integración y una política de compromiso en la conducción de la Nación.

La situación actual del Brasil es sumamente preocupante, ya que durante el 2016 su economía sufrió importantes recisiones y se debilitó aún más por la caída de los precios petroleros, las materias primas y la ralentización de la economía china. Los Juegos Olímpicos realizados el pasado año no lograron oficiar como los “resortes” para impulsar su economía nuevamente hacia arriba y muy por el contrario, el estado de Río, aseguran fuentes documentales, se endeudó al punto de rozar la quiebra, extendiéndose también esto para otros estados.

A nivel federal, la deuda pública tiene una dinámica preocupante, cercana al 80% del PIB. Cuando Temer asumió de forma interina, anunció un plan de reajuste presupuestario para limitar el crecimiento del gasto público, sumado a una propuesta de enmienda a la Constitución (PEC) a fin de fijar un aumento del gasto. Esta última fue aprobada el mes de Agosto de 2016. Ya para este año, la prioridad del gobierno se basó en la reforma del sistema de jubilación y del código laboral.

Cabe destacar también que, la inestabilidad política y con todo lo que se viene mencionando en esta nota, se ha convertido en otra de las temáticas de gran relevamiento y que generan incertidumbre a nivel nacional, para todo el pueblo brasileño, como a nivel Internacional, en donde países vecinos y del resto del mundo, observan de reojo las posibles consecuencias económicas que sus países podrían tener si Brasil no logra enderezar el rumbo.

La desigualdad es otro punto que resalta dentro de la actual crisis social, que también se vive en dicho país. Brasil continúa siendo uno de los territorios con gran desigualdad, con fuertes disparidades regionales y un elevado aumento de flagelos como la delincuencia y la violencia criminal. La tasa de desempleo, por su parte, ha crecido más del 11% en 2016, según fuentes del Portal del Banco Santander Río, donde el empleo informal permanece en un nivel elevado.

El medio G1.Globo.com, informó en una nota publicada entre Febrero y Marzo de 2017, a través de un estudio realizado por el Banco Central, que se espera un gran incremento del índice de pobreza de entre un 2,5 y un 3,6 millones de pobres, para finales de este año. Según el documento emitido por la propia entidad bancaria, la actual crisis económica representa una grave amenaza para el progreso en la reducción de la pobreza y la desigualdad, siendo que el gobierno federal tendría que aumentar el presupuesto de la Bolsa Familiar a 30,4 mil millones de Reales.

En el marco de la crisis política que hay en puerta, el propio Banco Central de Brasil afirmó este jueves que actuará para mantener la plena funcionalidad de los mercados, en una jornada en la que se disparó el dólar y debieron ser suspendidas las operaciones de la Bolsa de San Pablo. La Bolsa Paulista interrumpió sus operaciones, al caer un 10,47%, en este contexto marcado por la denuncia de corrupción contra el presidente Michel Temer, afirmó la agencia de noticias argentina, TELAM, en su nota publicada el pasado jueves.

 

Ante este panorama, es de gran complejidad adelantarse al tiempo para saber lo que pueda acontecer en un futuro cercano o quizá no tanto, para uno de los países líder de la economía mundial, que atraviesa una importante encrucijada política, social y económica, con movimientos sociales en alza que piden que el “orden y el progreso” vuelva a ser la frase más aclamada y respetada de todas.