Algo más que una victoria electoral

El 24 de febrero de 1946 Perón ganó las elecciones presidenciales por el 55% de los votos, derrotando en las elecciones más limpias hasta ese momento a la casi totalidad del sistema de partidos de la época reunidos en la Unión Democrática (la UCR, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Comunista y amplios sectores de los Conservadores). Perón coronaba con éxito indudable su muy reciente irrupción en la vida política argentina. La victoria electoral del 24 de febrero fue la confirmación del apoyo popular a Perón y su expresión en el marco de la normalización institucional y democrática del país.

A 71 años de aquella jornada histórica los peronistas debemos recuperar aquel espíritu que le permitió a nuestro fundador sintonizar con las exigencias de su tiempo y las demandas de su pueblo. Debemos volver a ser la herramienta para la expresión de las demandas ciudadanas de justicia, especialmente de justicia social. Volver a ser la fuerza de la gente que quiere ganarse la vida trabajando en condiciones dignas y con una retribución justa. Un movimiento para que la gente recupere el control de su vida y participe en la creación de nuestro destino colectivo como nación que vive en democracia. Los nombres, las identidades, los símbolos, no son fines en sí mismos, tienen que ser medios para cambiar las cosas.

La reconstrucción y renovación del peronismo no va a suceder por un simple recambio dirigencial. Hay un agotamiento de estilos y métodos frente a una sociedad que exige más realidades y menos discursos. Hacia adentro el peronismo exige conducción por persuasión y representación electoral . El alcahuetismo y la obsecuencia hacia los dirigentes, así como la imposición a dedo de candidatos y listas no van más. La sociedad ha castigado electoralmente esa forma de hacer política.

Debemos poder construir un peronismo basado en entender que la pluralidad de perspectivas y las verdades relativas al interior del peronismo son necesarias para ser una fuerza democrática que sintonice con una sociedad más diversa y plural. Recordemos las reflexiones de Perón en 1948 para iluminar el camino que nos espera "Nuestros políticos sólo realizaban la felicidad de los que asumían el Gobierno y la de los pequeños círculos que ellos representaban. Hay una historia nacional de lo que se prometió hacer y otra historia nacional de lo que se hizo. Y dentro de ese sistema de incumplimiento, lo único que quedó como saldo apreciable fue el escepticismo de todo un pueblo que aprendió a saber que detrás de las palabras dichas se escondían las obras frustradas" Por eso plantea más adelante que el peronismo es "el movimiento nacido para reajustar los hechos a las palabras" para frente al desgaste de las palabras, para transformar en energía optimista la tristeza y la indiferencia.

Hoy la sociedad espera del peronismo algo más que el desarrollo de los tiempos de la política. Frente a la creciente decepción que genera el macrismo gobernante, frente a las dificultades económicas de las familias más humildes, el peronismo tiene que poder romper la mezquindad y la inercia del juego de la silla de las candidaturas. Nuestra gente espera más de nosotros que la triste alternativa de ser "lo menos malo". Espera que la renovación del peronismo sea algo más que palabras, logos y colores. Nuestro pueblo necesita dirigentes capaces de retomar el camino de la grandeza nacional y no un nuevo elenco de vedettes y figuritas para otro triste simulacro del cambio. Es hora de recuperar la potencia transformadora de la política.