Del único lugar que no se vuelve es del ridículo

El titulo de esta columna semanal es una reconocida frase del ex Presidente de la Nación Juan Domingo Perón y la misma no pierde vigencia gracias a muchos dirigentes que juegan a la política.

La Argentina vive días que exigen algo más que ser divertidos a sus dirigentes y funcionarios, la inflación, la pobreza, el hambre, la inseguridad, los problemas de la salud y la educación son algunos de los grandes temas que piden por lo menos la búsqueda de soluciones.

Para esto es vital dejar de gobernar buscando imagen positiva y simpatía social, para asumir los problemas, el actual gobierno ya no puede seguir hablando de herencia, 11 meses es mucho tiempo, quienes gobernaron hasta diciembre pasado deben tener autocritica y asumir errores, la soberbia y la tozudez no son buenas consejeras y los que quiere tener la posibilidad de gobernar deben dejar de ser espectadores de la realidad.  

Respecto del ridículo estas palabras no buscan decirle a nadie como debe vivir o pensar, todo lo contrario, más bien el único fin que se persigue es el de la responsabilidad institucional. Que hubiera dicho Macri de los jugadores de Boca si cuando él era Presidente salieran bailando de la cancha luego de una derrota. De igual forma se hace difícil pensar que CFK hubiera aceptado cualquier crítica de un legislador que gusta más de las tablas que del parlamento.

No se trata de un cuestionamiento cargado de moralina, más bien es una reflexión con un alto grado de preocupación por la institucionalidad y por la situación de carencia que viven millones de argentinos que sufren la pobreza y la marginalidad.

Es evidente que muchos dirigentes no piensan en que los millones de excluidos pueden sentir que les toman el pelo y esto es peligro porque como también dijo el General Perón,  “Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”