Reflexiones en torno a este 19 de noviembre

En este nuevo aniversario de la Ciudad nos permitimos hacer una pequeña reflexión sobre la misma, sobre la Provincia y sobre el País. Laméntanos ser quienes no anunciemos buenas noticias; pero no nos queda otro espacio que el de poder decir algunas verdades insoslayables: la primera es que este país extravió el rumbo. Este país no concluyo una lucha que viene de lo más profundo de su historia y que todavía pareciera que se debate entre unitarios y federales. Como si estuviéramos parados en el tiempo, como si estuviéramos en las etapas previas a la organización nacional, el país se debate en una lucha del siglo XIX. Todavía no se dio cuenta la clase dirigente que el país y el mundo han cambiado totalmente. Ni los chacareros del campo representan a la oligarquía, ni el gobierno es la imagen de una dictadura. Crece así un país sin un proyecto a futuro. Crece un país estancado y dividido en luchas estériles. Argentina carece de un proyecto superador. La impotencia de los sectores dirigentes los empuja debatir temas en el congreso que a la comunidad no le interesa. La gente quiere, necesita, reclama, implora: trabajo en primer lugar, seguridad, educación, salud y justicia, después viene todo lo demás. Los políticos están en otra sintonía. Piensan en reformas políticas que son alquimias electorales, juegos de alianzas para posicionar candidatos, presidencia de la cámara de diputados para controlar el poder, etc. Mientras exista este divorcio, mientras exista esta desintegración, esta desinteligencia, entre lo que demanda la gente y lo que hacen los que dirigen el país el futuro va seguir siendo del mismo color: negro. La provincia esta desvastada, sin conducción, sin políticas claras, si se quiere con un esfuerzo de voluntades dispersas como para no caerle más mal a la gente, pero si afirmar la puntería en cuanto a las reales necesidades de la ciudadanía. Con respecto a la ciudad la misma perdió el brillo que supo tener. Los esfuerzos de los primeros meses de gobierno se traducen con el correr del tiempo en un estadio de parálisis, abandono e inoperancia que poco a poco va haciendo reflexionar a la ciudadanía. El gabinete carece de figuras con brillo propio para mejorar la gestión y la misma génesis del bruerismo impedirá el crecimiento de cualquier figura con vuelo propio que les pueda hacer sombra. La conclusión es sencilla a soportar la mediocridad cotidiana. Ese parece ser el termómetro ya no solamente del gobierno municipal, sino también de una oposición gris, opaca y anodina. Todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo del País, de la Provincia, de la Ciudad y de la gente, que no es una entelequia, somos nosotros mismos. Hagamos algo antes que sea demasiado tarde.