Malnutrición: el flagelo que afecta a la población infantil

El estudio incluirá mediciones de peso corporal, talla, pliegues subcutáneos y perímetros y el registro de la presión arterial, en menores de 4 a 12 años para establecer posibles relaciones entre desnutrición, parasitosis intestinales, exceso de peso y presión arterial elevada.


Además, el estudio permitirá evaluar las condiciones socioeconómicas y ambientales de residencia y ponderar su influencia sobre la malnutrición y factores de riesgo asociados.

Los científicos del LINOA (Laboratorio de Investigaciones de Ontogenia y Adaptación “Dra. Evelia Edith Oyhenart) perteneciente a la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP, también realizarán talleres informativos sobre parasitosis y su impacto en la salud humana.

Durante este proceso, se ofrecerá a los padres/madres/tutores de los menores la posibilidad de realizar estudios coproparasitológicos de forma gratuita. Las muestras parasitológicas se procesarán en el Laboratorio de Biodiversidad y Epidemiología Parasitaria de Animales Silvestres y el Hombre del CEPAVE (Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores) de la FCNyM (UNLP) y del CONICET, asociado a al CICPBA.

El trabajo se iniciará en la localidad platense de los Hornos y continuará en Arana y Altos de San Lorenzo. Cabe destacar además que, para esta primera instancia, se ejecutaron las gestiones necesarias para que aquellos niños que resulten parasitados puedan recibir un tratamiento adecuado en la Unidad de Pronta Atención (UPA) de esa localidad.

Estado nutricional como indicador de salud

El estado nutricional se define como la condición que resulta del equilibrio entre la ingesta de nutrientes (a través de la alimentación) y el gasto de energía producido por el organismo. Puesto que se ve condicionado por factores biológicos, sociales, económicos, ambientales y culturales, se considera un buen indicador de salud que permite efectuar aproximaciones a las condiciones de vida de los individuos y de las poblaciones.

Se habla de malnutrición cuando el estado nutricional se ve alterado tanto por déficit (desnutrición) como por exceso (sobrepeso u obesidad). Ambas condiciones tienen consecuencias directas sobre la salud individual pudiendo ser irreversibles cuando ocurren durante el crecimiento y desarrollo.

La malnutrición condiciona el potencial humano y, por lo tanto, desde la perspectiva de la salud pública, su estudio en poblaciones infantiles reviste especial importancia -no sólo como criterio diagnóstico sino también en un sentido prospectivo- y ayuda a reducir los costos derivados de la atención de sus morbilidades asociadas.

Los números de la malnutrición en Argentina

Según un Informe Estado Mundial de la Infancia de UNICEF (2019) casi 200 millones de niños menores de cinco años sufren retardos en el crecimiento, bajo peso o una combinación de ambos y al menos 340 millones sufren de la llamada “desnutrición oculta”, es decir, carencia de vitaminas y minerales. Dicha situación se agrava aún más en contextos de pobreza y vulnerabilidad.

“Desde hace ya varios años, diversos estudios dan cuenta que Argentina experimenta una transición nutricional acelerada vinculada a rápidos procesos de urbanización, cambios en la estructura demográfica e incorporación de nuevos patrones de vida. Hasta hace relativamente poco tiempo y debido al deterioro socioeconómico experimentado durante la crisis de los años 2001-2002, los problemas de desnutrición ocupaban un lugar predominante en la agenda de las políticas públicas. Sin embargo, tal como ocurrió en otros países en desarrollo, el exceso de peso aumentó considerablemente en las últimas dos décadas según datos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, incluso en los sectores más pobres de la población en donde la desnutrición y las parasitosis intestinales siguen siendo un problema de salud vigente”, detalló la Doctora Florencia Cesani, directora del LINOA e investigadora de la UNLP y del CONICET.

“Los datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) realizada en el 2018-2019 evidenció que las prevalencias de bajo peso (desnutrición global), bajo peso para la talla (emaciación) y baja talla (desnutrición crónica) para los menores de 5 años de todo el país fueron de 1,7%, 1,6% y 7,9%, respectivamente; en tanto que el 10,0% presentó sobrepeso y el 3,6%, obesidad. Asimismo, las cifras correspondientes al rango etario de 5 a 17 años indicaron 1,4% de delgadez y 3,7% de baja talla. En cambio, las prevalencias de sobrepeso y obesidad son considerablemente más elevadas en este rango de edad (20,7% y 20,4%, respectivamente) (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019).

La malnutrición, en sus distintas manifestaciones presenta una relación directa con la morbilidad y mortalidad. Son varias las enfermedades incluidas en el conjunto de causas relacionadas a la morbimortalidad infantil por desnutrición. Entre ellas, las parasitosis intestinales cobran especial importancia en el campo de la salud pública por su sinergismo con la desnutrición, ya que conducen al retraso del crecimiento por inapetencia, competencia por los nutrientes, anemia por deficiencia de hierro, diarrea y síndrome de malabsorción, entre otros trastornos. Asimismo, las deficiencias nutricionales pueden incidir en la intensidad de la infección parasitaria por medio de la modulación de la respuesta inmunitaria.

En relación a ello, la Dra. Mariela Garraza, investigadora del LINOA y del CONICET expresó: “estos problemas se ven exacerbados en contextos de pobreza, donde la falta de agua segura o ausencia del tratamiento de las excretas propician las enteroparasitosis. Prueba de esto son las elevadas prevalencias de desnutrición y parasitosis intestinales observadas en poblaciones con bajo nivel de instrucción, sin acceso a agua potable, carentes de red cloacal y que viven en condiciones de hacinamiento”.

El grupo de investigación que desarrollará el presente proyecto cuenta con amplios antecedentes en la temática. En las dos últimas décadas sus integrantes han participado en distintas investigaciones financiadas por organismos de Ciencia y Técnica de nuestro país y del extranjero. Las líneas de investigación incluyen temas relacionados con el crecimiento y desarrollo, el estado nutricional, los cambios en la composición corporal y las enteroparasitosis en poblaciones cosmopolitas y grupos originarios de diferentes ámbitos geográficos del territorio argentino. El grupo de trabajo ha desarrollado investigaciones en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Misiones, Chubut, Entre Ríos, Tucumán y Formosa.

La Dra. Cesani explica que este proyecto se sustenta en resultados previos obtenidos por el equipo de trabajo. Entre los años 2014 y 2017 se realizó una investigación que incluyó datos antropométricos, parasitológicos y de contextos de residencia de más de 3.600 escolares residentes específicamente en centros comunales que integran el cinturón productivo de La Plata, dando cuenta que la malnutrición infanto-juvenil por exceso aumentó por encima del 20% en los últimos 10 años, con valores cercanos al 25% de sobrepeso y 18% de obesidad. Para el mismo período la desnutrición fue menor, con valores cercanos al 6%, con predominio del retraso lineal. Asimismo, se observó que el estado nutricional de los niños, las niñas y los adolescentes empeoró conforme al deterioro del contexto socioambiental de residencia y que la composición corporal se vio modificada debido a la disminución de tejido muscular, incluso en los escolares con estado nutricional adecuado, sobrepeso u obesidad.

Cabe destacar que en estas investigaciones recientes el equipo de trabajo incorporó al análisis nuevas variables, como la presión arterial sistólica y diastólica. Esto permitió avanzar en el conocimiento de la relación entre el estado nutricional, la presión arterial elevada (PAE) y las características socioeconómicas familiares. Los resultados pusieron en evidencia que el 20,5% de los escolares presentó PAE, con variaciones de acuerdo a la edad, el estado nutricional y el nivel socioeconómico. Aquellos con sobrepeso u obesidad, con edades mayores a 8 años y los provenientes de familias con nivel socioeconómico más favorable evidenciaron mayores prevalencias de PAE, en tanto que los varones obesos fueron más propensos a presentar presión arterial elevada que las mujeres obesas. Con posterioridad e incluyendo otras áreas periurbanas al análisis se encontró que la asociación entre sobrepeso, obesidad y PAE mostraba una distribución geográfica diferenciada explicada, en parte, por la interacción de factores territoriales específicos.

“A partir de lo expuesto se desprende que el abordaje de la salud nutricional infantil resulta un tema complejo e implica el reconocimiento de factores subyacentes de índole biológico, social y ambiental. Es por ello que este proyecto acude a una perspectiva interdisciplinaria que reúne miradas de la antropología, la biología, las ciencias sociales y ambientales”, concluyó la Dra. Florencia Cesani.