Los gobernantes de la Provincia de Buenos Aires tienen la triste costumbre de no hacer valer los intereses de los bonaerenses frente al Estado Nacional.
De un lado de la grieta gritan que se afanaron un PBI, del otro, que se lo fugaron. Pero hay una estafa de la que nadie quiere hablar. La estafa a las familias bonaerenses.
Esta traición perpetrada por los gobernantes argentinos es una moneda de dos caras. La primera es la más evidente; el estrangulamiento financiero, que consiste en la injusticia económica que afecta las finanzas de todos los habitantes de la Provincia de Buenos Aires. Los recursos que faltan en los municipios bonaerenses, en los servicios públicos deficientes, en los impuestos abusivos, tienen su causa en el robo del Estado Nacional a nuestra provincia.
La otra cara de la moneda es la traición egoísta y canalla de nuestros gobernantes, que ponen sus ambiciones políticas antes que su deber como representantes. Se ha vuelto costumbre que los bonaerenses tengamos como Gobernadores a empleados del presidente de turno. A políticos que su gestión en La Plata es un mero trámite para lograr llegar a la presidencia. Para cumplir con ese camino tienen que hacer la tarea, ser obedientes con sus jefes políticos y sus compañeros de coalición, aunque para hacerlo tengan que dejar de lado las necesidades de los bonaerenses.
La ambición política es cómplice de la injusticia financiera, pero es esta última es la que hace que sean las familias bonaerenses las que pagan el costo. Cuando una provincia con más de un tercio del empleo privado registrado, el 36% de las exportaciones y el 40% de la población nacional recibe únicamente el 22% de los ingresos tributarios por coparticipación parece un milagro que aún no haya sectores planteando la sedición. Pero no está allí la única ni la mayor injusticia.
La famosa brecha cambiaria, producto de la pésima gestión del Estado Nacional de los últimos 15 años, afecta fundamentalmente a nuestra provincia por su potencial exportador. El dólar oficial planchado es confiscatorio contra el sector agroexportador al que aparte se le suman las retenciones. Esa masa de ingresos que deberían ser de nuestros productores y nuestras familias, los retienen el Estado Nacional para financiar su fiesta y la de sus socios políticos.
Nuestros proceres que dejaron la vida para defender una confederación libre y justa, volverían al campo de batalla si fuesen testigos que cambiamos al Rey de España por el Estado Nacional. El sueño de quienes pensaron a una nación Argentina, con una Provincia de Buenos Aires fuerte en la federación, no está muerto. Los bonaerenses tenemos que entender que necesitamos representantes que defiendan su lugar en la negociación nacional. No podemos seguir siendo cómplices del robo y la traición.