Hoy, el enemigo de la humanidad es invisible, veloz, mortal y causa más daño que una guerra. El mundo entero está observando con extrema preocupación la evolución de esta pandemia, sufriendo sus consecuencias y preparándose para un futuro incierto. Pareciera que en algunos lugares del planeta hay una tregua, donde asoma una relativa normalidad, pero nadie todavía se anima a cantar victoria. Hoy más que nunca el mundo muestra que existen naciones de distintas categorías, los ricos y centrales, los estratégicos, los pobres y periféricos. Todos cruzados por la misma pandemia y tratando de cuidar la vida. Los y las líderes mundiales, en primer lugar, intentado salvar a su pueblo y, en segundo lugar, algunos, viendo cómo estratégicamente son solidarios con el resto. En este contexto gira hoy el planeta tierra.
Mientras tanto, si acercamos la lente y nos enfocamos en nuestro país, veremos una Nación rica en recursos naturales y humanos. Sin embargo, se encuentra nuevamente atravesando una crisis, apestillada por las dificultades económicas y la pandemia del Covid-19.
El obsceno, inusual y excepcional endeudamiento que el gobierno de Mauricio Macri nos dejó en complicidad con el FMI, y ahora, luego de fugar dólar por dólar, pretenden cobrarnos con las reglas del sagrado estatuto del Fondo, es ilegal e inmoral y condiciona la recuperación de nuestra economía. Hay que encontrar la forma de pagar sin que ello sea un obstáculo para el crecimiento de nuestra Nación. No solo nos dejaron un país híper endeudado, también nos dejaron miles de pymes cerradas, desocupación, más pobreza e indigencia, más desigualdad y falta de oportunidades.
El pueblo se hartó y volvió a confiar en un proyecto Peronista, con ejes centrales en la educación, la producción y el trabajo con recibo de sueldo. Somos muchos los que día tras día, contra viento y marea, no abandonamos esta idea de construir un País donde todos podamos realizarnos. Así como doy fe de esto, debo decir que hay otros y otras que todos los días se levantan para sembrar el desánimo, el odio y destruir cualquier cosa que defienda los intereses de nuestra Patria. Estos dirigentes opositores (que no son todos), persiguen un solo interés, el propio. Me preocupa verlos como peligrosamente se acercan a los bordes de la democracia con declaraciones y acciones que no aportan nada y solo buscan socavar al gobierno y sembrar confusión en la sociedad, en momentos tan delicados donde debería primar la mesura y la responsabilidad que intrínsecamente conlleva ser presidenta de una fuerza política o ser un ex presidente de la nación. No se puede provocar a un pueblo que no la está pasando bien, confesando dislaliativamente en un set de televisión, casi como una gracia, que en los momentos más difíciles de la gestión se recluía en la quinta presidencial a mirar Netflix y abstraerse de todo hasta el día siguiente. Es indignante y vergonzoso, el pueblo trabajador estaba en la calle reclamando condiciones para vivir dignamente y el ex Presidente desconectado absolutamente de la realidad.
Hoy muchos de los y las que tuvieron importantes responsabilidades circulan por los medios de comunicación contándonos que tienen la fórmula milagrosa para solucionar tal o cual problema. Cuatro años estuvieron gobernando el país y lo destrozaron. Este año hay elecciones, dejen de difamar y sométanse al voto popular. Mientras tanto guarden las formas, moderen sus discursos y dejen gobernar en paz en estos momentos tan difíciles como los que nos toca vivir. Nosotros seguiremos cuidando la vida, los intereses de la Patria y a cada uno de los/as argentinos/as.
Ya lo dijo el General “No hay peor cosa que un bruto con inquietudes”