Por EMILIO AUGUSTO RAFFO
Experto en Legislación Electoral
Para entender el 24 de febrero de 1946 resulta necesario realizar un pequeño resumen de lo acontecido, al menos, en la década anterior.
El 6 de septiembre de 1930 los reaccionarios de siempre -con el general José Félix Uriburu al frente- derrocaron al Gobierno Constitucional de Hipólito Yrigoyen, encarcelándolo ilegítimamente, persiguiéndolo y difamándolo cuanto pudieron, allanaron su casa, destruyéndola, robando cuanto tuvieron a su alcance , etc. etc.
Estos hechos se repitieron en los golpes de estado de 1955, 1962, 1976 y también, por qué no decirlo en el Golpe Blando de febrero de 2015 (esta vez con una apoyatura mediático judicial nunca antes vista).
Yrigoyen fue detenido en el entonces Regimiento 7 de La Plata y de ahí trasladado a la Isla Martin García, donde también fueron recluidos otros Presidentes constitucionales luego de ser derrocados.
Se inició el “Nuevo Orden Republicano” instaurado mediante la irrupción y derrocamiento del Gobierno Constitucional e impidiendo el derecho de elegir y ser elegido libremente, mediante el establecimiento de un mecanismo de fraude electoral reconocido históricamente como la “Década Infame”. Sus ideólogos, por el contrario, la denominaron la era del “Fraude Patriótico”. No había democracia, pero había Republica sostenían sus mentores.
Así las cosas hasta el 17 de octubre de 1945, culminación de un proceso revolucionario y pacifista que llevara a poner las cosas en su lugar con la libertad del entonces Coronel Juan Domingo Perón, encerrado por el propio Gobierno que él mismo integraba.
Fue la mayor gesta popular, en la cual participaran como principales activistas, María Eva Duarte de Perón, Domingo Mercante, Cipriano Reyes y “las masas populares” entre cuyos integrantes hoy que podríamos citar a un joven militante, de 16 años, Lorenzo Pepe, tal vez uno de los pocos sobrevivientes de aquella histórica jornada.
El entonces Presidente de Facto, General Edelmiro Farrel le preguntó en aquella oportunidad al joven Coronel Perón, que es lo que quería, respondiéndole – simplemente- “Elecciones Libres”, sellando ese acuerdo con un apretón de manos, como símbolo no sólo de esa oscura etapa de nuestra historia sino también el inicio de un proceso transformador y revolucionario dentro del Orden Constitucional y, digamos también, con una fuerte, sostenida e irracional oposición de los obcecados que aún perduran.
24 DE FEBRERO DE 1946
El movimiento del 17 de octubre, tenía su conductor, el apoyo popular y espontáneo que jamás se hubiese visto, pero carecía de las herramientas e instrumentos legales que, en tan corto tiempo, le permitiesen participar del proceso electoral en ciernes, a raíz de lo cual, se utilizaron partidos políticos pre existentes que le ofrecieran sus estructuras legales, El Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente.
Así se enfrentaron con la conformación de una alianza electoral, la Unión Democrática, integrada por el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, y los conservadores del Partido Demócrata Nacional que eran parte de esta alianza que, en conjunto con la Unión Cívica Radical, representaban el espanto ante la ascendente figura de Perón y proponen la formula José Tamborini – Enrique Mosca, ambos radicales del sector anti Yrigoyenista, alianza digamos también que, lamentablemente, persiste hasta nuestros días (al menos de estas dos últimas fuerzas).
Por su lado la fórmula Juan Domingo Perón – Hortensio Quijano representaba la gesta de octubre del 45 que enfrentaban a aquellos sectores con raíces en el golpe de 1930 y al principal sostenedor, el entonces Embajador de EEUU, luego subsecretario de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, Spruille Braden.
Una corta campaña electoral, con una diferencia de medios enorme pues todos los existentes en aquella época estaban en manos de los sectores que respondían a la Unión Democrática, y con un reducido apoyo sindical, (los ferroviarios tuvieron una activa participación en ese entonces) desemboca en aquella recordada fecha del 24 de febrero de 1946.
La fórmula del Partido Laborista, PERON- QUIJANO, obtuvo el 52,84% de los votos, esto es 1.487.866, y el sector de la Unión Democrática, con la formula TAMBORINI – MOSCA, el 42,87%. es decir 1.207.080 votos.
Faltaba sortear la elección propiamente dicha, esto es la del Colegio Electoral (sistema imperante hasta 1994 con la única excepción de 1973), en donde el sector peronista obtuvo 304 electores, y el sector conservador y radical, alcanzó 72 diputados electores.
Como muestra de la apoyatura mediática de entonces, es dable recordar una nota el Diario Critica que sostenía que Tamborini obtendría 332 electores contra sólo 44 de Perón
Debe resaltarse la nutrida concurrencia popular, más del 83% de los inscriptos concurrieron a votar, sobre un total de 3.400.000 que componían el padrón.
Además de una alta participación digamos también que fueron las últimas elecciones presidenciales en las que no votaron las mujeres, (derecho que sí les había habilitado la reforma constitucional de 1934 en la Provincia de Buenos Aires,) que llegó a efectivizarse con la consagración del voto femenino por parte del Gobierno de Perón y un gran impulso de Eva Duarte de Perón.
EL FRAUDE Y PROSCRIPCION COMO SINOMINO DEL ENFRENTAMIENTO POLITICO
Hicimos referencia a los procesos electorales fraudulentos desde setiembre de 1930 hasta las elecciones de 1946.
Las fracciones anidadas en la entonces Unión Democrática, advertidos en la imposibilidad de continuar con el fraude (escandaloso por cierto), violento e irracional en las elecciones, utilizaron otros mecanismos “más aceptables” pero igualmente antirrepublicanos y antidemocráticos .
Nos referimos, en principio, a los golpes de Estado, cruentos o blandos, pero también al sistema artero sobreviniente al golpe de Estado de 1955, esto es la proscripción, persecución y asesinato de los sectores que apoyaban a Perón, de los dirigentes justicialistas y sindicales.
Tanto en las dictaduras de 1966 como en la de 1976 esa persecución y terrorismo de Estado se generalizó a otros sectores políticos.
Debemos sostener que todos los procesos electorales, a partir de septiembre de 1955, fueron proscriptivos y, por ende, fraudulentos más allá de la pátina de legalidad y transparencia. Digamos que, incluso, el proceso que desembocó en las elecciones del 11 de marzo de 1973, último acto electoral que fuera realmente proscriptivo en virtud de la imposibilidad de presentarse el candidato natural del peronismo que era Juan Domingo Perón.
Una introducción institucional del Gobierno de Facto de Alejandro Lanusse (proceso que derrocara a Arturo Illia por un grupo de facinerosos conforme el mismo denunciara al ser desalojado por las fuerzas armadas) fue propiciada por su Ministro del Interior, Arturo Mor Roig, (ex Presidente de la Cámara de Diputados durante el gobierno del radicalismo asumido en 1963), impidió la participación del depuesto Presidente Perón, constituyendo la última actitud proscriptiva
Con rigor histórico podemos afirmar que esas elecciones del 11 de marzo de 1973 fueron las ultimas irregulares (por decir lo menos) y que recién con las celebradas el 23 de septiembre de 1973, dejando de lado el criminal golpe de 1976, se inició un proceso de transparencia electoral (en elecciones nacionales al menos) de absoluta normalidad y legalidad hasta nuestros días.